Exhibición de superioridad en L.A. de unos Warriors lanzados. Cousins dejó muy buena sensaciones y anotó 3 triples, dos para sellar el triunfo.

Volvió DeMarcus Cousins, que jugó su último partido el 26 de enero de 2018, con los Pelicans. Desde entonces, ya se sabe: las dudas sobre cómo regresaría de una lesión en el tendón de Aquiles un jugador de 28 años, 2,11 y más de 120 kilos. Las ofertas a la baja en un mercado en que tendría que haber firmado un contrato gigantesco (ese era su último nivel en Nueva Orleans) y, finalmente, un acuerdo por un año y casi gratis para un jugador como él (5,3 millones de dólares) con los Warriors. La oportunidad de recuparse sin presión, volver directo a la lucha por el que sería su primer anillo y poner su nombre en la nómina de, tal vez, el mejor equipo de la historia.

Un movimiento sísmico que le granjeó un montón de nuevos enemigos, muchos del lote de los que ya se pusieron de los nervios cuando Kevin Durant también eligió los Warriors en 2016. En esas, y en cómo y cuándo sería la puesta en escena del pívot, estábamos hasta que todo se materializó en el Staples, 18 de enero, ante los Clippers, exactamente el mismo escenario que abrió la peor crisis de la era Kerr, cuando Kevin Durant y Draymond Green chocaron públicamente, las lesiones se apilaron, la química se asomó a la madre de todos los precipios y aquella derrota mandó a un equipo que llegó a L.A. en 11-2 a un agujero (hasta el 15-9) del que se ha dedicado a ir saliendo después, sin más objetivo que llegar en perfecto estado de revista a unos playoffs en los que aguarda, si nadie lo remedia (¿y quién apostaría ahora por ello?) el tercer título seguido y el cuarto en cinco años. En el Staples y contra los Clippers se cerró el círculo, DeMarcus volvió a jugar, la NBA echó el primer vistazo a la nueva bestia que asoma desde la Bahía y un triunfo incontestable (94-112) coloca el 32-14 para un equipo que lidera el Oeste, va a más visiblemente, lleva siete triunfos seguidos (seis fuera de casa) y nueve en diez partidos y sugiere una nueva forma de amenaza para la que puede que ningún rival esté preparado en toda la liga.

Esta semana, los Warriors repiten en L.A. contra los Lakers (lunes), visitan Washington el jueves y se enfrentan el sábado, en otro partido que tendrá a toda la NBA mirando, a los Celtics en el Garden de Boston. Otra ocasión perfecta para extender un aroma de terror que todos sus rivales conocen bien. Algunos, demasiado bien.

Puro Cousins en solo 15 minutos

DeMarcus fue puro DeMarcus. Aunque con obvias sensaciones de puesta a punto y con óxido que tiene que ir sacudiéndose, enseñó todo lo muchísimo que puede aportar al campeón (es algo que no se puede decir de muchos jugadores) y también una pizca de ese espíritu ingobernable que siemrpe le ha acompañado: hizo las seis faltas en poco más de 15 minutos, se quejó visiblemente cada vez que tocó y se fue finalmente al banquillo con todos sus compañeros en pie, aplaudiéndole. Después dijo que la ovación del Staples por su regreso era «el amor más falso que había recibido nunca», definió su vuelta a las pistas como «ser un niño en Navidad» y celebró una nueva realidad en la que difícilmente los rivales podrán permitirse los marcajes dobles y triples que le dedicaban antes: «es algo a lo que podría acostumbrarme».

En ese primer vistazo de 15 minutos, Cousins sumó 14 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias con un 3/4 en triples. Su primera canasta fue un mate tremendo («me alivió ver que todavía puedo hacerlos») tras asistencia de Kevin Durant, después hizo un poco de todo, bueno y malo, pero enseñó un peso al poste que estos Warriors nunca han tenido, esa visión de juego que no se pierde por una lesión y una amenaza exterior más para un equipo que ya tiene otro desatascador: dos triples seguidos suyos (muy solo: «no sé qué informes de mi tienen los rivales») cerraron cualquier atisbo de que hubiera partido en el inicio del último cuarto (72-87). Después hizo la sexta falta. Steve Kerr combinó su rotación para tener en pista cuando se sentaban Stephen Curry y Durant a Cousins, Draymond Green, Klay Thompson, Andre Iguodala y Shaun Livingston. Un equipo que puede tener ese quinteto mientras descansan Curry y Durant es imparable. Esa combinación, además, permite a Cousins acaparar responsabilidad ofensiva (sin los dos principales referentes) y ejercer de anotador en los minutos de segunda unidad, otra de las cosas que necesitaban los Warriors para volver a ser perfectosEntre sonrisas y promesas de que se cuece algo muy, muy grande, Cousins se fue con un +21 en sus 15 minutos en pista.

Los Clippers jugaron sin Lou Williams y a los 8 minutos cayó Danilo Gallinari, con problemas en la espalda. Las lesiones, que respetaron al equipo de Doc Rivers escrupulosamente cuando fue una de las sensaciones de las primeras semanas de competición, están llegando en el peor momento: 24-21 con siete derrotas en diez partidos y a la cama fuera de los playoffs del Oeste, donde se jugarán unos billetes muy caros con Lakers, Jazz, Kings, Spurs…

El arranque de Tobias Harris (20 de sus 28 puntos en la primera parte) y la tozudez del rookie Shai Gilgeous-Alexander, que jugó su mejor partido de las últimas semanas a base de ir a la línea de personal, sostuvieron en el marcador durante más de dos cuartos a unos Clippers que se fueron deshaciendo en ataque, cada vez más abocados a acciones individuales muy forzadas. Sin Lou WIlliams ni Gallinari, vivieron de tirar muchos tiros libres y, sobre todo, de los fallos de los Warriors desde la línea de tres: 9/37 por el 4/25 local. Así, pero con la sensación de que pendían de un hilo, llegaron 51-52 al descanso, tras el que un 4-17 en seis minutos (55-69) dejó el camino ya cuesta abajo para unos Warriors menos brillantes que en sus últimos partidos pero con una enorme autoridad, serios en defensa e inteligentes (aunque no acertados esta vez en el tiro) en ataque. El último parcial se abrió con los dos triples de Cousins y otro de Iguodala que (0-9 para un 72-90) ventilaron una noche feliz y que quedará en los libros de la temporada 2018-19 por la presentación de unos nuevos Warriors, los de DeMarcus.

No importó el 3/19 en triples de Curry (3/11 pero 28 puntos al final), Klay Thompson (0/4) y Draymond Green (0/4). Con la sensación de que todos, sobre todo Kevin Durant (24+7+5 sin apenas sudar) podían hacer mucho más si hiciera falta, los Warriors cerraron el círculo que se abrió ante este rival y en esta pista el 13 de noviembreel día de la bronca. Ahora están felices, en rumbo a su mejor nivel (al que nadie más se acerca) y ya se han mirado en el espejo con su nuevo traje, el que remata DeMarcus Cousins. Y tiene toda la pinta de que les has gustado mucho lo que han visto…